Cuando los cristianos vivimos por fe sabemos que en toda tribulación saldremos en victoria por el nombre de Jesucristo. Esto es a lo que se llama fe. Porque en la tribulación debemos de ver cosas que no vemos y sabemos que la gloria vendrá por el Señor, estamos confiados y siempre en espera.

“que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos” 2Corintios 4:08-09.

Los versículos anteriores describen que un cristiano debe vivir de fe verdadera, no de fantasía. Muchos de nuestros frutos no muestran esta fe. Debemos aprender a esperar, una espera tranquila y guiada por el Señor. “No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”, 2Corintios 4:18.

Que bello, ¿no?, ¿Seremos cristianos con una verdadera fe? Saquemos la duda y comencemos a creer.

¿Sabemos amar?

Muchos no sabemos que el amor no es un sentimiento ni una emoción, el amor es una decisión. Es una decisión que podemos tomar con nuestros enemigos, con los que nos desean mal, incluso con nuestros seres queridos. El Señor nos ama sin condición alguna, ¿es así como amamos a los demás?

Dice la palabra: “El amor es sufrido, benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”, (1Corintios 13:04-07). Notemos que este es el amor que Dios nos ha tenido desde nuestra creación. Hemos pecado, hemos hecho escarnio de las grandes maravillas, verdades y la palabra que nos ha dado, pero Él nos ama de verdad con cada uno de estos adjetivos que la palabra describe.

Todo lo demás desaparecerá, pero el amor nunca deja de ser (1Corintios 13:08). ¿Realmente amamos? ¡¡Decídete!!

Existen dos tipos de cimientos: uno es aquél en el que toda nuestra vida se encuentra sobre una base sólida, una base que jamás se destruirá y de la que nunca caerás. Pasen aguas, ríos, corran fuertes vientos, nunca tiraran esta casa (Mateo 7:25). Porque tu vida es una casa edificada sobre la roca. Pasemos sufrimientos, pasemos miserias, pasemos por problemas, nunca de los nunca seremos destruidos si estamos fundados en la roca. Esta roca es Jesucristo, te puedes preguntar por qué, pero la respuesta es simple. Él pudo superar la adversidad y siempre vivió sólido, fuerte y poderoso; siempre seguro de sí mismo. Fue así que a pesar de ello entregó su vida para darte a ti esta oportunidad de que a través de Él tú puedas ser poderoso, con autoridad y vivas siempre sólido como Él, la roca es Jesucristo. Nada pudo con él, ni Satanás mismo, si estás bien plantado en este cimiento, aunque Satanás intente moverte jamás podrá hacerlo.

El segundo cimiento es aquél en el que hemos edificado nuestra vida desde que crecimos, cuando no conocimos a Cristo. Es el mismo cimiento que nuestros padres tienen debajo de sus pies, nosotros seguimos su mismo camino, parece estar muy sólido pero con un poco de agua o con un soplido del enemigo caerás y tu ruina será grande (Mateo 7:27). Esto es debido a que nuestros padres cometieron pecados, los mismos pecados de nuestros ancestros, entonces todos terminaremos igual que ellos. ¡Cuidado!

Tenemos la decisión en nuestras manos de dónde edificar nuestra vida, no desperdicies esta oportunidad, Jesucristo te estará esperando toda tu vida, no lo dejes para el último momento, ¡en Él serás quien siempre quisiste ser!

Dice la palabra de Dios: “Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos”, Isaías 29:14. En este versículo Dios habla de que todo aquél que se piense mejor que otros, mejor que Dios mismo, será desechado debido a su altivez y sobre todo a su jactancia de no necesitar a Dios.

La sabiduría comienza con el temor a Dios, Job 28:28, es así que el temor a Dios es un temor a pecar, a vivir siempre dependientes del Señor, de saber que lo único que tenemos ha sido entregado en nuestras manos por Dios mismo y que todo lo que hemos hecho es una hazaña de Él.

Entonces, ¿quiénes son aquéllos que temen a Dios?, ¿quiénes son aquéllos que viven por Dios? Son todos aquéllos a los que este mundo ve diferentes, a los que son extraños a esta tierra y que el mundo vomita. “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos” (Juan 17:09-10). Son todos aquéllos que pertenecen a Dios.

Pero, ¿cómo conocieron al Señor? “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación”, 1Corintios 1:21. Y es cierto, todo aquél que predica a Dios se le tiene por loco, pero así se agradó Dios para llevarnos a Él.

Entonces, todo esto que parece una locura al mundo, es la sabiduría de Dios, “porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”, 1Corintios 1:25.

Jesucristo mismo es la sabiduría de Dios, En Proverbios 8:22 la sabiduría dice: “Jehová me poseía en el principio, Ya de antiguo, antes de sus obras”. Aquél que viene a Jesucristo es de Él, por ende es de la sabiduría misma y no solamente eso sino que todo poder es otorgado por su propio sacrificio, “Eternamente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra”, Proverbios 8:23.