Durante el reinado de Saúl, hubo muchas batallas contra los pueblos vecinos por la tierra prometida. Los filisteos era un pueblo que siempre había sido una espina para el pueblo de Israel. Llegó el momento de la batalla y el pueblo temió a un solo filisteo, un gigante llamado Goliat.

Goliat no solo era ese gigante, también es cada uno de los gigantes que se presentan en nuestras vidas, gigantes a los que tememos a los que huimos. Tememos al éxito, tememos a la pobreza, tememos enfrentar los retos que Dios trae a nuestras vidas.

Dios trajo a un joven a pelear contra Goliat, su nombre era David. David se puso enfrente del gigante filisteo y le dijo: “Tú vienes a mi con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tu has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza” (1Samuel 17:45-46).

Dios ha entregado cada reto en tus manos, cada temor en tus manos, cada gigante en tus manos, de eso no hay dudad. Debes de creerlo como David, y enfrentarlos creyendo que Jehová está contigo, en el nombre de Jesús. Jesús te dio autoridad y poder, te dio una honda con que pelear y él es la piedra. David derrotó a Goliat sin dudarlo ni meditarlo, es claro que en el nombre de Jesús todo es posible ya que David llego a ser el Rey de Israel. ¿Qué llegarás a ser tú cuando derrotes a tus gigantes?

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