La venida de Jesucristo

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Tanto se habla del rapto en las iglesias y muchas veces la gente se confunde con ello. En 1Tesalonicenses Pablo habla con la iglesia de Tesalónica sobre los que ya murieron. Él notó que en ellos había una preocupación por los muertos, una tristeza grande que seguramente los llevó a orar por ellos (y eso se convierte en un culto a los muertos que finalmente llega a ser idolatría). Es así que surgió el tema de la venida del Señor.

Pablo les da una palabra de aliento, “Tampoco queremos que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los que no tienen esperanza”, 1Tesalonicenses 4:13. Él trataba de decirles que si hemos creído que Jesucristo murió y resucitó, no debemos de perder la esperanza de que vendrá y levantará a todo aquél que ya murió, y murió lleno del Señor. Significa que Dios nos ha dado la vida eterna y a pesar de que hayamos muerto, en realidad estamos vivos en Cristo Jesús para la eternidad.

La muerte no es más que un paso natural que tiene el hombre para llegar a la eternidad. Si viviéramos para siempre, siempre estaríamos sujetos a pecar. Es por esto que Dios estableció la muerte en el proceso de nuestra salvación, para resucitar como lo hizo Jesucristo, santos con cuerpos celestiales, listos para vivir con Jesucristo.

“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero”, 1Tesalonicenses 4:16. No nos preocupemos por los que ya murieron, y mucho menos por nuestra muerte porque ya lo dice Pablo, los muertos en Cristo serán los primeros.

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Dios busca el fruto en nosotros

Posted on 21:05, under


Cuando un hijo de Dios siembra en el reino, lo que realmente está haciendo es confiar en Dios, es confiar que lo que se ha sembrado dará fruto. La siembra no es solamente dinero, como muchos piensan, la siembra es fe, es trabajo, es esfuerzo, es oración, es nuestro tiempo que dedicamos al Señor y a la obra, entre muchas otras cosas.

Dios no busca que le entreguemos nuestras ofrendas para disfrute suyo (aunque Él es digno de todo), sino que busca que sembremos en amor con Él, en pacto, en unción, en un entendimiento de que Él nos hará dar fruto.

Dice Pablo a los Filipenses: “No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta” (Filipenses 4:17). Y es que Dios quiere que abundemos en sus frutos, frutos del espíritu, que nuestra vida marque a otros, que nuestra siembra bendiga a otros y de esta manera ser bendecidos al treinta, sesenta y ciento por uno con los resultados de nuestra fe que al mismo tiempo se multiplicará.

Dios busca que abundemos en frutos, que seamos la abundancia misma para los demás. Cuando Dios te mueva a sembrar es porque quiere prosperar esa área de tu vida y multiplicarla hasta un punto que no podremos imaginar. ¡Dios te bendiga!

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En Proverbios 29 existe un versículo que dice: “sin profecía el pueblo se desenfrena”. ¿Qué significa esto? Generalmente, para el pueblo de Israel la profecía llegaba al pueblo mediante los profetas llamados por Jehová.

El pueblo de Israel era de dura cerviz, pero Jehová los amaba tanto que cuando se desviaban de Él, les enviaba la palabra para que cambiaran su vista y la pusieran sobre de Él. La profecía era entonces una vía para su disciplina, para que cambiara su corazón y por ende sus actos, ¿por qué? Porque el pueblo se estaba desenfrenando, estaba perdiendo su orden delante de Dios.

Desenfrenarse significa perder el orden. Nuestra vida espiritual tiene un orden delante de Dios, pero si nosotros no nos fijamos metas, no tenemos visiones de Dios, no establecemos nuestro camino en el Señor, nos desenfrenaremos como lo hizo el pueblo de Israel. La Profecía es les la visión del pueblo, sin visión no hay metas, no hay un crecimiento esperado, el pueblo se desbalagará.

¿Tienes metas en tu vida?, ¿cuál es tu camino en el Señor?, ¿lo estás buscando?, ¡¡cuidado!! Sin visión te perderás, busca tu camino, busca tu visión y si ya la tienes nunca desesperes. Dios es fiel y te mantendrá siempre en el camino si es tu deseo.

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La escritura en el libro de Génesis nos habla de Abraham, quien tuvo un corazón para con Dios y fue justificado por la fe, no por las obras de una ley. Pero existe una analogía de esta justificación por la fe ésta es, con Agar y con Sara.

Dios le había prometido a Abraham un hijo, pero Sara no pensó que sería de ella. Es entonces que ella le ofrece su esclava Agar a su esposo Abraham para que sea ella quien le de ese hijo. Y fue así que nació Ismael, un hijo de la carne.

Pero, ese no era el plan de Dios, Él ya había planeado un hijo, pero un hijo de fe, a pesar de la edad de ambos, Dios rejuveneció el vientre de Sara y fue que la promesa se cumplió: Isaac.

Los hijos de una esclava son hijos de esclavitud. Es por esto que los hijos de la Ley están sujetos a esclavitud del pecado, ¿por qué? Porque están sujetos a cumplirla, pero como es imposible, siempre vivirán presos.

Los hijos de la libre, en cambio, son hijos de la promesa, son hijos de la estéril que clama, y dice la palabra “Regocíjate oh estéril, tú que no das a luz, prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque son más los hijos de la desolada, que de la que tiene marido”, Isaías 54:01. Por la promesa de Dios seremos más hijos, y esta promesa es Jesucristo. Él es el Mesías que vino y murió por nosotros, pero por Él somos hijos, libres porque ya pagó nuestra deuda. Una deuda que jamás podremos pagar nosotros. El pecado murió en nosotros, estamos sujetos a Cristo por amor y no por obligación.

“Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre”, Génesis 21:10. Así dijo Jehová, y este fue su plan, por eso envió a su hijo unigénito para nuestra salvación, liberación y vida.

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